Lo de aquella noche.

¡Pues si!, ¿ que queréis que os diga?. Después de una semana de madre abnegada, deberes, correr de arriba a abajo, quemar varias veces la comida, algún trapillo que otro con la plancha (odio planchar), romper un par de tarjetas de memoria… y menos mal que llegué a tiempo de que aquel policía mono solo me pusiera la multa y evitase que la grúa se llevase mi coche.

Después de esa semana infernal, yo necesitaba salir, beber, ligar con alguien que al menos superase un 75% en el test de CI, podría bajar hasta un 69 pensé. ¿ Veis? necesitaba sexo…

Pues lo único que se me ocurrió para no dar explicaciones fue llamar a Ana, la canguro que solía solucionarme la vida en esos momentos en los que recurres a una agenda y media y todos el mundo tiene algo importante que hacer, ¡vaya!. ¡Mi salud mental también es vital para la paz en el mundo!.

-Ana, ¿puedes venir a las 10?, es urgente. Me han invitado a una cena de trabajo y no puedo faltar. Vamos que si no vienes podría inmolarme junto con tus discos de Alejandro Sanz y David Bisbal…

Ana es un encanto, accede a mis peticiones voluntariosa y amablemente. Y dulce, y guapa, y siempre viene cuando le llamo desesperada.

Después de probarme…¿ es importante el número de veces que te pruebas ropa?, pues eso, me veía mona, mas de lo habitual, vale me peiné…y salí dispuesta a dejarme las penas en un par de copas y en alguna boca con sed.

Allí estaba yo  dispuesta a todo, bueno a casi todo, bueno a ver… así no vamos bien.

Intentaba recordar las pautas para ligar de una amiga de esas que triunfan hasta en la cola del Mercadona, Y allí estaba yo pensando en la zona de la barra que tiene mayor visibilidad, teniendo en cuenta la oferta, intentando parecer interesante… ufff demasiado esfuerzo al que no estaba acostumbrada. ¡ Solo quiero pasarlo bien! y parecía que llevaba escrito en la espalda un decálogo de intenciones. Horrible…

Conseguí encontrar un sitio vacío y me senté, ya solo me conformaba con tomarme una copa y volver a casa…

-Un gin tonic por favor. Hubiera preferido una cerveza pero mi amiga dice que una copa es mas cool. Pues venga, todo sea por el éxito de esta noche.

Después de 1230 clases de ginebra con sus diferentes tónicas y sus añadidos, dije las 3 y la 6. ¡JODER!. Estaba siendo un estrés aquella noche. Igual debería haberme quedado en casa y ponerme una porno. No por dios, igual tendría tan mala suerte que la protagoniza Nacho Vidal, el actor porno menos sexy del mundo.

Al fin me sirvió la copa que mas bien parecía una ensalada aliñada con ginebra, cosas cool según mi amiga.

Con todo, me dio tiempo a fijarme en el chico del final de la barra, mas por estar situado entre penumbra que por su físico, era un tipo muy normal aparentemente y yo como fotógrafa creo que soy medio psicóloga y enseguida comencé a escribir a mi amiga detalles de él y entre las dos le creamos una posible personalidad. Lo hacemos muy a menudo, y nos equivocamos siempre.

No entiendo aún porqué se levantó y se sentó a mi lado.

-Ana tengo que dejarte, ¡HE LIGADO! Bss.

Y ahí estaba yo intentando recordar que gestos hacer, que decir, que no recordaba nada …..

Creo que no llegué  a decir ni una sola palabra, de hecho enmudecí con su historia que aún dudo si es real o inventada.

Tenía una voz grave como muy radiofónica y en ningún momento percibí que le temblase, tampoco las manos donde fijé la mirada desde el momento en que empezó a relatarme lo que había ocurrido esa misma tarde.

Me bebí la copa de un trago y el pidió otra, yo acepte por omisión de palabra y de gestos supongo. Aquello que estaba escuchando no podía ser real, y si lo era, estaba ante un gran problema.

No podía dejarle a mitad de su historia, mas por intriga que por miedo, que también lo tenía.Creo que no pestañeé, no se si tragaba, y tenía las manos heladas. Yo, que soy una sangre caliente…

Dejé que terminara su historia y cuando pasaron unos minutos sin hablar me levanté con una indolencia irreal, como en mitad de un sueño. Me sujetó la mano cuando fui a meterla en mi bolso para sacar dinero y pagar la cuenta, sin hablar… entendí que estaba invitada. Cogí mi abrigo, salí con aparente tranquilidad de aquel  sitio y en un taxi volví a casa, donde sentada en la cama me quité la ropa con la mirada perdida.

Pasaron un par de días y en la prensa local apareció el careto del hombre de aquella noche. Fue el mismo quien confesó su crimen.

Jamás volví a ligar. Porque, ¿ lo de aquella noche cuenta como ligar, no?.

Relatos. Charo Guijarro

Relatos. Charo Guijarro

 

 

 

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