Hay recomendaciones que se nos han hecho a las mujeres desde hace siglos, «por nuestro bien», como a Julia Margaret Cameron cuando intentó ingresar en la Sociedad de Fotografía de Escocia por el año 1865 y la respuesta, además de otros insultos fue la que sigue:» “Sentimos mucho hablar así del trabajo de una dama, pero nos sentimos obligados a hacerlo por el bien del arte.”
Si la fotografía me atrajo desde que por primera vez con 9 años tuve una cámara de fotos en mis manos, fue por la capacidad de contar y expresar lo que de otra manera no puede hacerse.
Es posible que pensemos que hoy en el año 2016 estamos lejos de esas «recomendaciones por nuestro bien», sin embargo queda mucho por hacer por nuestro bien y por el del arte.
A mediados del siglo XIX, las mujeres victorianas usaban este medio para expresar y contar lo que de otra manera no estaba aceptado, sobre asuntos domésticos, la crianza de los hijos, etc… esos fueron los brotes iniciales de las primeras olas de feminismo y lucha por los derechos de las mujeres.
Pero ya en la etapa final de la Primera Guerra Mundial, las mujeres fotógrafas se posicionan fuera de los confines del hogar, como profesionales de una sociedad industrial. El autorretrato , por fin de las mujeres, empezó a ser distinto al de años atrás. Se fueron ganando su sitio en profesiones antes exclusivamente masculinas. Crearon escuelas, estudios, agencias, estudios e incluso se convirtieron en críticas y curadoras.
Después de décadas de rechazos, no se sabe si por el bien del arte o por el nuestro… las mujeres empezamos a ser consideradas como otro grano de arena dentro del arte fotográfico.
Yo seguiré desnudando los prejuicios, por nuestro bien y por el bien del arte de las mujeres.
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